Empresas y sostenibilidad
Enrique Gilles
Hoy todos estamos hablando de sostenibilidad. Se trata de un concepto que hace referencia a la capacidad de mantener el equilibrio entre el desarrollo económico, social y ambiental para satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras.
En un proceso relativamente reciente, los gobiernos del mundo se han sentado a discutir el problema del cambio climático —quizás la dimensión más conocida de la sostenibilidad— en las denominadas Conferencias de las Partes (COP), con la intención de coordinar políticas que aborden efectivamente el problema. La primera COP tuvo lugar en Berlín en el año 1995 y desde entonces ya han pasado 27 de ellas, la última en Sharm-El Sheikh, en noviembre del año pasado.
∞Las tendencias en gobernanza que están moviendo los desafío globales
∞El rol de las empresas sostenibles tras la COP26
Sin desmerecer los efectos que las mismas han tenido en términos de toma de conciencia, uno esperaría que tanto esfuerzo internacional mancomunado tendría que haber dado sus frutos. Sin embargo, el planeta está lejos de encontrar una solución al cambio climático dadas las políticas prevalecientes.
Sostenibilidad empresarial
En efecto, en los casi 30 años desde la primera COP, las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) a escala global han aumentado un 47%, lo que equivale a un promedio anual de 1,4%.
Las emisiones globales solamente han sido reducidas por dos fenómenos: la crisis financiera global de 2018 y la pandemia del Coronavirus. Si bien ha habido ciertos avances hacia el desacople entre el proceso de crecimiento económico y las emisiones de GEI, estos son aún aislados y las emisiones anuales a nivel global aún no han encontrado su techo.
Si los gobiernos no han sido capaces de abordar efectivamente este problema, ¿por qué no pensar en el rol de las empresas para solucionarlo?
Las empresas son actores clave en la generación de impactos tanto positivos como negativos en el medio ambiente y la sociedad.
Ellas son uno de los principales motores del desarrollo económico a nivel mundial y, como tal, tienen una gran responsabilidad en la sostenibilidad del planeta. Por un lado, las empresas tienen la capacidad de generar empleo y riqueza en las comunidades en las que operan, lo que contribuye al desarrollo social y económico de las mismas. No obstante, también pueden generar impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad, como la contaminación, la deforestación, el cambio climático, la explotación laboral, entre otros.
∞Crecimiento económico y contaminación ambiental: ¿existe alguna relación?
Ahora bien, como lo plantea Rebecca Henderson, profesora de Harvard Business School, en su libro Reimaginar el capitalismo en un mundo en llamas: “¿realmente se puede hacer dinero mientras hacemos lo correcto?”
Su respuesta es sí y gran parte de la clave para ello es modificar los objetivos de las empresas desde la pura maximización de sus beneficios hacia una versión más global que incluya a todos los grupos de interés.
Grupos de interés son esenciales
Otro capítulo del ya viejo debate entre shareholders y stakeholders que enfrentó a Friedman y Freeman hace algún tiempo.
Si los gerentes se deben a sus juntas directivas y estas responden a los accionistas, quien gobierna la empresa suele ser la tiranía de los resultados trimestrales.
Si, por el contrario, dotamos a la dirección de mayor libertad y le permitimos tener una visión de más largo plazo (aun a costa de resultados trimestrales), los CEO pueden abordar problemas que en términos económicos pueden ser de mayor impacto para el futuro de la empresa, logrando una sostenibilidad financiera mayor. En esa mirada de largo plazo, tener en cuenta a los grupos de interés es esencial.
De la mano de esta visión ampliada sobre el alcance de los límites de la empresa, estas pueden ser claves en la acción climática.
Pero numerosos problemas persisten. El mayor de ellos es el lavado social o ambiental en las que muchas empresas se han embarcado (green/socialwashing). Como todos estamos hablando de sostenibilidad, las empresas nos venden sostenibilidad: compramos lo que nos dicen que es verde, ecológico, bio, sustentable, lo que tiene alguna etiqueta.
Muchas empresas hasta cambian los colores de sus logos al verde, para señalar al mundo que van en la dirección correcta, aunque sus prácticas dejen serias dudas al respecto. ¿Realmente podemos confiar en eso o es simplemente greenwashing? ¿Qué rol tiene el marketing y la publicidad en todo esto?
El aporte de la academia
En el énfasis en Sostenibilidad del pregrado de Administración de Empresas del CESA discutimos todos estos temas.
En general, los estudiantes comparten la preocupación y afortunadamente nos muestran que el camino hacia estrategias empresariales realmente sostenibles sí son posibles.
En este sentido, las empresas que se comprometen con la sostenibilidad no solo contribuyen al bienestar de la sociedad y al medio ambiente, sino que también mejoran su imagen y reputación, aumentan su competitividad y reducen sus riesgos financieros y regulatorios.
Esto lo pueden hacer por medio de la medición y reporte de su impacto ambiental y social (por ejemplo, a través de los criterios ESG), de la implementación de prácticas sostenibles en su cadena de suministro, promoviendo el uso de materiales y recursos sostenibles, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y la eliminación de prácticas laborales injustas o ilegales.
En este camino hacia la transformación de las empresas hacia una verdadera sostenibilidad hay muchas cosas por hacer. Abordemos el problema e implementemos las soluciones.
Enrique Gilles
Docente investigador CESA