Nuevas habilidades para el mundo de la IA y la economía sintética
Son innumerables los interrogantes que han surgido con la irrupción profunda de la Inteligencia Artificial.
Una de ellas es si esta podría, de algún modo, ser más empática que un ser humano. ¡¿Máquinas más humanas que los propios seres humanos?!
Durante la recientemente celebrada Feria del Libro en Bogotá, el profesor del CESA Paolo Miscia, consultor para la adopción por empresas y personas de tecnologías emergentes -como la IA-, que permitan potenciarlos, ofreció pistas al citar un experimento en un contexto de salud, uno de los sectores donde se visualizan mayores oportunidades a través de la IA.
Desde hace varios años, una legión de médicos se pone a disposición de personas que les formula consultas de carácter clínico, y brinda respuestas a sus interrogantes.
El experimento ofreció un escenario paralelo para que fuera ChatGPT el ente para dar respuesta a las consultas formuladas. Luego, las respuestas de la IA y las del ejército de médicos fueron comparadas por un segundo grupo de personas ajeno a la base de la prueba, para que hicieran valoraciones en torno a dos aspectos: la precisión de las respuestas ofrecidas y a lo empáticas que estas eran. En ambos escenarios el ente de silicio superó a los galenos. Los evaluadores calificaron como algo más precisas las respuestas de ChatGPT, pero estas también fueron siete veces más empáticas.
¿Acaso la paradoja de una humanidad artificial? Probablemente. Lo cierto es que está ocurriendo, y que los escenarios actuales ya están ofreciendo una multiplicidad de escenarios sintéticos.
Así como ya parece viable hablar de empatías sintéticas, también lo es hablar del trabajo sintético; de empresas sintéticas. El desarrollo tecnológico proyecta la idea de que el escenario laboral del futuro -quizás inmediato- sea una simbiosis de humanos, máquinas e Inteligencia Artificial. Todo amparado bajo una sola red de trabajadores interactuando constantemente. Así, serán común experimentar, más que vivir en un trabajo con compañeros(as) de trabajo que no son personas. Inteligencias artificiales con un nombre, un rostro, un correo electrónico, con preferencias y una determinada manera de hablar que puedan hacer sentir cómodo a sus interlocutores humanos. Por tanto, se necesitará empatía sintética.
“Pero no hay, y quizás no habrá, no lo sé, un curso para ello. La única manera es usándolas (Inteligencias Artificiales). Después de usar por un tiempo modelos de lenguajes grande -como lo es la IA Generativa- vamos a empezar a usarlas mejor. Y cuanto más, mejores provechos”, explicó Paolo Miscia.
De entrada, entender a las personas es condición indispensable para desenvolverse en un escenario social como el trabajo. En consecuencia, la empatía humana es clave. Pero la empatía sintética, la habilidad de “entender a las máquinas”, sea probablemente la habilidad blanda del futuro inmediato.
Para Miscia, nunca en la historia la tecnología había puesto a disposición lo que podría ser llamado “un segundo cerebro”. Luego de su aparición, hace más de medio siglo y hasta hace dos años, la IA era apenas una muy buena refinería de datos, que hoy se sabe es la energía de la economía del conocimiento.
Pero su mutación a ser “generativa” hace lo que no podía hacer: de la nada sacar lenguaje: textual, gráfico, audiovisual, sonoro, entre muchos otros.
Y esta adopción o manejo de este segundo cerebro, si se quiere, está viniendo en buena medida desde una parte baja en las empresas. Mientras que la dirección, el c-level, está diseñando y rediseñando la estrategia, como es natural, algunas personas de la franja media corporativa están empezando a adoptar IA tanto en sus procesos y procedimientos, “mandando estímulos hacia arriba”, explicó Miscia. “Por eso es tan importante hoy para cada persona, cada trabajador, cada estudiante, saber de IA generativa; porque es mucho más probable que la innovación venga desde abajo y no desde iniciativas corporativas”, subrayó.
Hoy, la IA es un eficaz asistente. Pero su evolución va tan rápido, sugiere Miscia, que se podría invertir el rol. En efecto, para este experto en IA “ya hay seres humanos que en algunas economías digitales son asistentes del algoritmo”.
Según Paolo Miscia, es imprescindible abordar escenarios formativos sobre IA, en particular con una habilidad que podría llamarse agilidad emergente: la capacidad de interceptar lo nuevo cuando apenas aparece. Por supuesto, en lo tecnológico se da por descontado.
En esencia, empresas y personas con las competencias para enfrentar las nuevas tecnologías de la manera correcta.
“Quien tenga agilidad emergente; es decir, quien sepa identificar la tendencia y lanzarse de la manera correcta, va a tener una ventaja. Sobre esta tecnología, sobre cualquier otra”, concluyó.
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