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Formación de por vida y autogestión, salidas para adaptarse y no quedar obsoleto

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22 Abr 2024

“Les vengo a hablar del futuro del trabajo. Aunque no es tan futuro. Ya está”.

Así comenzó sus reflexiones Carina Mellit, directora del Centro de Investigaciones Estratégicas del EAE Business School (España), institución que desde hace varios años viene abordando y estudiando los desafíos del mundo laboral y de la educación.

Según esta comunicadora e investigadora social argentina, hablar del futuro del trabajo es pensar en tres interrogantes: cómo va a ser el trabajo, dónde se va a trabajar y quién lo va a hacer.

Y son múltiples las implicaciones que hay detrás de cada uno de ellos. En esencia, afirma Carina Mellit, los nuevos escenarios laborales, cuyo espacio físico es algo que se desvanece, serán una simbiosis entre los seres humanos y las máquinas, con alta incidencia de la Inteligencia Artificial.

Las empresas están advirtiendo necesidades puntuales y temporales, por lo que es previsible una multiplicidad de escenarios contractuales, diferenciados, lo que hará desdibujar el paradigma de la atracción y retención de talento, tal como ha sido conocido hasta hoy.

Antes, el éxito profesional solía estar ligado a la estabilidad de una carrera trazada en un entorno localizado, donde la reputación y el reconocimiento se construían paso a paso.

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Ahora, esa especificidad, así como el hecho de que no hay un adentro o un afuera (lo físico), sino sencillamente una “red de personas”, hará que las empresas estén habilitadas para hallar el talento no sólo en cualquier parte del mundo, sino además de diferentes edades para las mismas posiciones. “Se abre un mundo de muchísima competencia”, advirtió.

Las personas tendrán que adaptarse a esas nuevas estructuras empresariales, que serán mucho más fluidas y dinámicas. Tendrán algún sistema híbrido que variará dependiendo de su cultura, del tipo de empresa, del servicio o producto; del tipo de atención al cliente que necesiten, “y lo que aún está por verse es cómo se va a medir la productividad de las personas”.

Bajo este contexto, subrayó, los candidatos “deben recordar siempre, ahora y durante toda la vida, durante toda su carrera, que (la formación) es un viaje que no acaba. Y en la medida que cambia el entorno, hay que cambiar con él”.

Mantenerse vigente sólo dependerá de formación y autogestión, así como de mucha reflexión interna para saber “qué es lo que quiero hacer, la siguiente etapa, hacia dónde quiero ir, retomo mi propósito, lo focalizo nuevamente, y vuelvo a propulsarme, utilizando lo que está sucediendo”.

Buena parte de la formación hay que dedicarla a las habilidades blandas, que -aseguró- ya doblan en importancia a las llamadas “duras” o de lo más técnico de las disciplinas.

Los candidatos ya se enfrentan a escenarios vertiginoso donde la capacidad de adaptarse rápidamente a nuevas situaciones y entornos es una de los mayores virtudes. En un mundo donde la velocidad del cambio es la norma, la adaptabilidad se erige como motor para el éxito profesional.