El mundo en vilo ante la nueva era Trump

El mundo en vilo ante la nueva era Trump

today 14 Mar 2025

Lo que hay detrás de un presidente que está sacudiendo la geopolítica mundial con un estilo de disparar primero y preguntar después.

Ni bien han pasado dos meses desde que Donald Trump se convirtió por segunda vez en inquilino de la Casa Blanca, y la tormenta internacional por sus decisiones ya se empezó a sentir en todos los rincones del planeta.

Lo primero es su estilo como punto de partida: apostar duro desde el comienzo para medir de qué están hechos los demás jugadores que hoy pueden compartir el protagonismo en el escenario geopolítico mundial.

Y es que el presidente Trump sabe que lo que haga en los primeros 100 días es lo que va a marcar el ritmo y ambiciones del resto de su mandato. Por tanto, lanza muchas cosas para entender cómo responden frente a sus anuncios los distintos filtros (países, bloques económicos, organizaciones internacionales), advertir cuáles y cómo podrían salir, y diseñar las estrategias correspondientes.

Así lo conceptúa María Teresa Aya, experta internacionalista, y quien abordó el tema durante una charla en el CESA, organizada por la ANDI Bogotá-Cundinamarca.

Para ello, su primera apuesta combinó dos factores intrínsecamente asociados: la guerra que desató Rusia en Ucrania, y la continuidad de la OTAN.

De hecho, mucho antes de llegar a la oficina oval, ya había anunciado que sería el artífice de poner fin a esta guerra. Y aunque está por verse, el resultado es que ha logrado una carambola a tres bandas: la docilidad del presidente Zelensky, con la posibilidad de que haya un alto el fuego de un mes; el acercamiento con la Rusia de Putin, uno de los principales socios de una potencia que en los últimos años le ha robado protagonismo económico como China, y un aviso a Europa de que, en materia de seguridad, no puede hacer por ella misma menos de lo que pueden hacer los Estados Unidos desde el otro lado del Atlántico. La gran realidad es que Europa estaba en mora de asumir su propia seguridad, y las razones de Trump la han llevado hoy a tener el más profundo debate sobre esto, sobre su existencia y sobre la cuestión nuclear, y que no se veía desde 1950.

Pero, ¿qué hay detrás de estos anuncios? ¿Cómo entender lo que hace y dice Donald Trump?

El Ártico, en la mira

El interés superior de Trump, según María Teresa Aya, no es otro que lograr una supremacía económica y militar. Para Trump, hipotecar esfuerzos en un asunto como la OTAN no sólo no le deja réditos y lo pone a invertir importantes recursos, sino que lo distrae de objetivos superiores que lo pueden llevar a esa supremacía. Y uno de ellos es la influencia del Ártico.

No en vano y como los jugadores de póquer, lanzó un par de faroles, uno de ellos alucinante (por decirlo menos). Las menciones de Trump en torno a su vecino del norte, Canadá, como el estado 51, o la compra de Groenlandia, pasan por su ambición asociada a tres factores conexos a las posibilidades de esta región del mundo, dada su proximidad geográfica con estos dos países: comercio en menos tiempo, seguridad frente a Rusia y explotación de minerales críticos, muchos de ellos valiosos para la industria y tecnología militares.

Y aunque nadie duda de la fanfarronería del presidente de los Estados Unidos, tampoco tiene duda de que los antecedentes de cosas así son reales: muy a pesar de que en su momento fue calificada como una auténtica locura, la compra de Alaska por EE.UU. a Rusia ha sido uno de los mejores negocios en la historia de la geopolítica.

Por su posición, la zona ártica ofrece una oportunidad extraordinaria para monitorear más fácilmente misiles rusos contra blancos en los Estados Unidos.

En segundo lugar, el Cambio Climático está incidiendo en el derretimiento del Ártico (se está calentando cuatro veces más rápido que el resto del mundo), lo que podría hacer navegable y más benévolo y fácil el tránsito de embarcaciones (acompañadas por rompehielos) que participan del comercio internacional. Además de evitar las tarifas y eventuales peligros de inseguridad de los canales de Panamá y el Suez, respectivamente, viajes de cargueros con mercancías entre Asia, Norteamérica y Europa serían más cortos, y -además- habría ahorro de combustible y salarios.

Por vía de ejemplo, un viaje marítimo mercantil entre Hamburgo (Alemania) y Yokohama (Japón), que comúnmente pasa por el Canal del Suez y dura 32 días, por una de las tres rutas del Ártico (la del Mar del Norte) sería de 18 días; es decir, 14 días menos.

La mayor navegabilidad se da por hecho por el aumento del número de embarcaciones. Según Reuters, en el Ártico aumentó el número de barcos en un 37% en diez años (2013-2023).

En tercer lugar, Groenlandia “se asienta sobre una asombrosa cantidad de minerales críticos”, describe The Economist.

De los 50 que tienen este rótulo, Groenlandia tiene reservas de 43 de estos minerales. Ejemplo de ello son el molibdeno, con el que “se refuerza el acero para parques eólicos marinos, el terbio es un componente de los imanes de los tanques, y el cobre se utiliza en todo; desde el cableado eléctrico hasta los chips para inteligencia artificial”.

BRICS, lo que mortifica a Trump

La supremacía económica también pasa por el negocio del petróleo. Después de todo, es la materia prima más comercializada en el mundo.

“Trump siente que los EE.UU. pueden ser chantajeados por los países árabes por la economía del petrolero; es decir, precios. Es un tema que lo desvela porque quiere la autosuficiencia. De allí la razón de apoyar y estar siempre cerca de Israel, una isla en medio de un mar árabe”, afirma la internacionalista.

Si bien México tiene maneras de negociar con Trump, América Latina no es una preocupación medular para Trump como sí lo es el bloque que conforman los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica e Indonesia, último país en adquirir la membresía para estar en este club de economías emergentes.

Y esto es cierto no sólo porque allí están dos de sus antagonistas -con poder nuclear-, como lo son Rusia y China, sino que además este bloque -y esto es lo que probablemente más lo mortifica- no sólo le está haciendo contrapeso al G7, el club de los países ricos, sino que además está teniendo mayor proyección política que económica, lo que se traduce en trazar nuevas líneas doctrinales.

Esto explica su afán de coquetear con la India de Narendra Modi, que en otras ocasiones ha tenido diferencias con China. Hoy, mucho talento Indio es escaparate de sobresalientes empresas tecnológicas estadounidenses.

El tema de aranceles con México es, para Trump, un arma de negociación, que ha acompañado con una criminalización de la migración como discurso para poner a su vecino a prueba frente al control migrante. Específicamente como Estado tapón.

Sin embargo, “México se puede dar muchos lujos con EE.UU. que Colombia no. Su Gobierno, por ejemplo, puede aducir que destinar recursos por cuenta de excesivos aranceles limita capacidades para el control migratorio. México tiene cómo negociar de una manera distinta con EE.UU. al resto de Latinoamérica”, puntualizó Aya.

Conoce los programas que el CESA tiene para ti