La obsesiva búsqueda de la perfección: por qué la disrupción y la creatividad no pueden ser delegadas a la IA

La obsesiva búsqueda de la perfección: por qué la disrupción y la creatividad no pueden ser delegadas a la IA

today 20 Nov 2025

La perfección como criterio de decisión puede parecer eficiente, pero también peligrosa. Inspirado en la película GATTACA, abordaremos dilemas éticos en el uso de la IA para tomar decisiones en las empresas, y cómo esto puede limitar el potencial humano, marginar la diversidad y asfixiar la creatividad. Desde una mirada compleja y sistémica, plantea la urgencia de preservar la disrupción y la creatividad como atributos humanos esenciales para la innovación en un mundo cada vez más automatizado.

En la película GATTACA, el mundo está organizado por un sistema genético (alusión a la cual hace el nombre a elementos del DNA), que determina el valor de las personas desde su nacimiento. Solo aquellos considerados como "válidos" genéticamente tienen acceso a las oportunidades que brinda el sistema, en tanto quienes han nacido sin esta validación son relegados. En este universo, la decisión ya no es humana: es el resultado de un algoritmo prediseñado, para el caso de tipo biológico.

Una de las frases más poderosas del protagonista resume la naturaleza de esta nueva estructura de exclusión: "Pertenecía a una nueva clase baja, que ya no estaba determinada por el estatus social o el color de mi piel. No, ahora la discriminación se reduce a una ciencia".

Sin embargo, en este sistema lo más inquietante son las estrategias diseñadas por los humanos para alterarlo y mentirle. Vincent, el protagonista, se hace pasar por un “válido” gracias al material genético de una persona quien nació con esta característica, pero sufrió una discapacidad. La película pone en evidencia la forma en la cual la rigidez de los sistemas conduce a eventos emergentes como subversión, trampa o simulación en búsqueda de recuperar la autonomía.

Hoy, la Inteligencia Artificial empieza a desempeñar un rol similar en las empresas. Herramientas que predicen talento, sugieren ascensos, automatizan contrataciones o califican desempeños operan bajo lógicas que privilegian patrones "ideales". Pero ¿qué pasa con quienes piensan diferente? ¿Y con quienes aprenden de forma no lineal? ¿Qué pasa con la intuición, la disrupción y la creatividad?

El sesgo de la eficiencia: cómo la IA puede apagar el talento emergente

Los algoritmos aprenden del pasado. Y si el pasado está marcado por visiones tradicionales de éxito, es probable que la IA perpetúe estructuras excluyentes. Como en la película, donde una persona con pasión, creatividad y resiliencia queda fuera del sistema por no cumplir los parámetros genéticos; en nuestras organizaciones podemos estar dejando por fuera perfiles con un potencial transformador solo porque no coinciden con el "perfil perfecto" modelado por la máquina.

Desde un enfoque de pensamiento complejo, esto muestra cómo sistemas aparentemente objetivos pueden generar bucles de retroalimentación negativa: excluyen lo distinto, refuerzan lo homogéneo, debilitan la adaptabilidad del sistema. A mayor predictibilidad, menor diversidad cognitiva. A mayor control, menor resiliencia organizacional.

La creatividad, por definición, es disonante. Rompe patrones. Disrumpe lo esperable. No puede ser modelada sin riesgo, ni delegada sin pérdida. Cuando dejamos que la IA tome decisiones sobre innovación o talento sin mediación humana, corremos el riesgo de anestesiar el sistema. La IA puede replicar, pero difícilmente imaginar. Puede optimizar, pero no incomodar. Y sin incomodidad, no hay innovación.

Nuevas competencias en el management

Por todo lo anterior, surge para el administrador de empresas una nueva responsabilidad: diseñar, gestionar y proponer cambios desde la ética. Ya no solo debe dominar indicadores, estrategias y finanzas, debe entender cómo la tecnología, en especial la IA, puede moldear la cultura organizacional y, sobre todo, debe ser un garante ético de la forma en la cual las decisiones tecnológicas no eliminen lo humano en la gerencia.

Esto implica cuestionar: ¿dejamos que una IA sin supervisión filtre hojas de vida, o revisamos con una mirada más amplia? ¿Permitimos que un algoritmo sin acompañamiento determine ascensos, o analizamos el contexto de cada colaborador? ¿Priorizamos la eficiencia o protegemos el potencial que aún no cabe en los datos?

Pensar sistémicamente significa considerar no solo el resultado inmediato, sino las consecuencias no previstas, las adaptaciones inesperadas, las resistencias que emergen. Como en GATTACA, la estrategia de Vincent no solo revela una grieta en el sistema, sino que pone de manifiesto su propia fragilidad. Todo sistema que ignora lo humano tiende a ser vulnerable a la disrupción humana.

Una IA con ética: la agenda urgente del liderazgo actual

El llamado es claro: el uso de IA en las empresas debe estar mediado por una ética profunda. No se trata de rechazar la tecnología, sino de humanizarla. De usarla como herramienta, no como juez. De comprender que el verdadero valor organizacional está en el equilibrio entre lógica y sensibilidad, entre datos y dilemas, entre algoritmo y humanidad.

Como nos recuerda la película en referencia, el futuro no debe ser el de los "perfectos" genéticos ni digitales, sino el de los valientes que se atreven a romper el molde. En tiempos donde lo emergente desafía lo estructurado, y donde la creatividad requiere imperfección, el pensamiento complejo no es un lujo intelectual: es una necesidad estratégica.

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