Para mirarnos a los ojos sin miedo

Para mirarnos a los ojos sin miedo

today 11 Mar 2025

La equidad de género avanza, pero barreras como la pobreza, el trabajo no remunerado y la violencia aún limitan a las mujeres. Romperlas exige cambios culturales y oportunidades reales.

Con la celebración del Día de la Mujer es justo profundizar en los significados e impacto de la búsqueda inconmensurable de un entorno productivo y empresarial más equitativo, diverso y rico en oportunidades para todos.

Si bien Colombia presenta avances en aspectos de reducción de brechas de género educativas, de acceso a la salud y de participación económica y política (somos el país 45/146 países evaluados), la realidad global muestra que sólo se ha cerrado el 68,5% de la brecha de género. Al ritmo actual tomaría 134 años lograr la paridad total​. (GGR, 2024).

Entender los números tiene un valor para dimensionar el problema, pero lo fundamental es asociar los datos con la realidad de mujeres que progresan en espacios antes negados, pero también mujeres que enfrentan barreras visibles e invisibles cada día. Educación de calidad, participación laboral, feminización y pobreza, trabajo doméstico y del cuidado, y sin ser menos representativa la violencia de género, son realidades que nos hacen entender que faltan muchas barreras por romper. Barreras que, atrapadas en la cultura, la familia y el entorno de las organizaciones, invitan a romper tendencias y acoger la potencia del trabajo de la mujer en todos los escenarios de su actuación, de manera equitativa en oportunidades, pago salarial y crecimiento humano.

Preguntas hay muchas. ¿Se logra desarrollar las capacidades de las mujeres hacia la formación científica, en matemática, ingeniería y tecnológica? ¿De qué manera la exigencia a niñas y adolescentes de atender labores del cuidado reduce sus posibilidades de vivir procesos educativos de calidad, que pueden proyectar un mejor futuro?

En el mercado laboral se observa una mayor cantidad de mujeres ubicadas en sectores de menor productividad y actividades informales. A pesar de que las mujeres han ido recuperando los niveles de participación laboral postpandemia, para el 2023, según la OIT, en América latina aproximadamente 74 de cada 100 hombres estaban activos en el mercado laboral, mientras que 52 de cada 100 mujeres lo estaban.

Dos hechos que las coloca en situaciones de vulnerabilidad económica, en donde la pobreza es latente. La secuencia continúa complejizando la dinámica, siendo el trabajo de cuidado, mal o no remunerado, otro de los síntomas de inequidad. Este fenómeno responde a una distribución de roles de género en la sociedad, que impone a las mujeres la carga de cuidar de niños, personas mayores, enfermas o con discapacidad, sin ningún tipo de compensación económica. Según la OCDE (2023), las mujeres dedican 22 horas adicionales a la semana a actividades de cuidado y tareas domésticas no remuneradas, en comparación con los hombres.

El impacto de esta sobrecarga es profundo por que limita las oportunidades laborales y educativas de las mujeres, genera mayor vulnerabilidad económica y afecta su bienestar físico y mental. Más simple: ¡la esperanza de un mejor futuro, las ganas de crear y crecer se ven frustradas!

Se suma la barrera estructural de la violencia de género. En 2024, 3 de cada 4 casos de violencia registrados afectaron a mujeres, según el Instituto Nacional de Salud. La violencia afecta dominantemente a las niñas y mujeres (su presente y su futuro), y no es solamente una urgencia en fortalecer las políticas de prevención y atención de víctimas; también lo es, la de modificar la cultura que normaliza el golpe, la mirada sinuosa, la expresión verbal agresiva y descalificante, el asedio y la presión sicológica hacia ellas, como algo que es así y debe asumirse como tal.

Entonces, si bien las cifras globales pueden indicar un avance, profundizar en las realidades locales; las propias del pueblo, del barrio, de la empresa, de la escuela o el colegio, del tecnológico o la universidad, de los amigos y grupos sociales, de la pareja; harán evidente que, solamente con conversaciones abiertas y comprensión del impacto y destrucción de valor que se originan en las relaciones sociales, de familia, de pareja y de amigos, se podrá avanzar cada día, un poco más para poder mirarnos a los ojos con apertura, sin miedos y sin restricciones de género. Sigamos adelante.

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