Aprendizaje para gestionar emociones
Mucho se habla sobre la importancia de la formación académica universitaria, así como del sello o impronta que cada institución, en su enseñanza, les imprime a sus estudiantes.
También, y ahora más que nunca, de las formas de enseñanza o pedagogías que más se ajustan a lo que hoy esperan los estudiantes.
Durante la pandemia, múltiples alternativas de enseñanza, algunas de las cuales se venían madurando, se pusieron sobre la mesa para favorecer el aprendizaje. Un asunto netamente dirigido a cambiar y mejorar la experiencia, algo que reclaman con mayor necesidad los jóvenes.
Fight Club, lenguaje no violento
Teniendo en cuenta esta necesidad, surge una pregunta clave: ¿cómo entonces apostar por novedosas experiencia de aprendizaje para las llamadas habilidades blandas, que -junto con las digitales- se vienen convirtiendo en las más determinantes a la hora de constituir equipos de alto rendimiento?
Aunque quizás no haya una única respuesta, una de ellas la brinda una de las electivas del CESA. Se trata de Fight Club, lenguaje no violento, escenario a través del cual los estudiantes aprenden a gestionar las emociones.
***∞*Por qué cultivar la inteligencia emocional en edades tempranas**
Mucho y de distintas maneras, y actualmente con el uso de la tecnología, se enseña/aprende aquellas aptitudes técnicas o habilidades “duras” para el ejercicio de la profesión. Sin embargo, “no nos enseñan cómo manejar nuestras emociones o cómo gestionar esas habilidades actitudinales”.
Así lo conceptúa Daniel Cajiao, egresado del CESA, y el docente que dirige esta electiva.
Hay que ponerles rótulo a las emociones
Más allá del nombre, que lo que quiere significar es que los seres humanos están expuestos a situaciones que crean tensiones, y para las que -si no se considera una salida de confrontación- solo se reconoce evitarlas antes que tener conversaciones difíciles, la electiva lo que busca es que los estudiantes sean capaces tanto de reconocer y ponerles nombres a su emociones, así como de hacerse responsables de las mismas.
El ser humano es en esencia un ser social; y en tal sentido, la relación con los demás no es más que el punto de partida. Además de las maneras de ser, como existen intereses y expectativas distintas, las tensiones son inevitables, mas no así el reconocerlo y exponerlo frente a la contraparte.
Según Cajiao, para tener relaciones más fáciles y al final buenas, es necesario tener conversaciones difíciles.
Para ello, la metodología usada por el docente para el desarrollo de esas habilidades actitudinales reside en exponer a los estudiantes a distintos estímulos, y cuyos intereses y necesidades se ven afectados a través de juegos de roles.
Cómo aprender habilidades blandas
Las distintas puestas en escena (el grupo sobre un tapete que debe voltear el mismo sin que ninguno deje de pisarlo o salirse; una simulación sobre el comunicar o tratar de ocultar mi embarazo o el de mi novia y las reflexiones que ello genera; o la simulación de un entorno laboral en un escenario de reconocimiento a otro empleado que parece injusto, entre otras) tienen como fin que los estudiantes, en la gestión de la situación, puedan reconocer su carácter según su reacción: si son introvertidos, extrovertidos, si buscan imponerse, concertar, si son explosivos, si evaden, si se les facilita argumentar, etcétera.
En palabras del profesor Cajiao, recrear estos escenarios “les permite (a los estudiantes) entender cómo podrían reaccionar en un futuro y responder de una mejor manera, reconocer límites para sí mismos y ante los demás, y tener disposición para enfrentar conversaciones difíciles”.
La electiva de Fight Club es tan solo uno de los distintos escenarios pedagógicos del CESA que se salen de las prácticas convencionales.
Conozca algunas otras prácticas de innovación pedagógica puestas en marcha en la institución.