Autorreconocimiento y narrativas de éxito para el aterrizaje de mujeres afro en el mundo corporativo
Autorreconocimiento para fijarse metas a partir de una identidad, y narrativas que les den paso a intenciones para que esas metas se materialicen, son dos de los componentes a partir de los cuales las comunidades afro, y muy particularmente sus mujeres, puedan alcanzar posiciones de decisión en el mundo corporativo y aumentar su participación.
Se trata de las formas a través de las cuales se pueden marcar inflexiones en la composición de los organismos de poder, que de entrada reflejan necesidades para las mujeres en general, y mucho más para garantizar la participación de minorías y etnias.
Y es que, si bien existe una participación de mujeres afrodescendientes en posiciones de liderazgo, este solo es visible en los ámbitos público y social, pero inexistente en el mundo corporativo. El país no cuenta con mujeres afro en las juntas directivas en grandes organizaciones.
Según los estudios del Centro de Estudios de Gobierno Corporativo del CESA (CEGC), América Latina tiene un escaso 0,8% de participación de personas afro en los órganos de gobierno de las empresas.
¿Cómo propiciar condiciones que cambien la ecuación y que ellas lleguen a estas instancias?
La pregunta fue discutida en desarrollo de un panel, durante el III encuentro nacional anual de liderazgo de mujeres en juntas directivas, realizado los pasados jueves 21 y viernes 22 en Cali.
Y uno de lo primeros desafíos tiene que ver con el autorreconocimiento. Es difícil lograr conquistas si no se tiene presente una composición clara de quiénes son los integrantes de cualquier colectivo en general.
En América Latina, una proporción de un 30 % se reconoce como de la comunidad Afro. En Colombia, de acuerdo con los indicadores que maneja el DANE, más o menos un 10%, alrededor de 5 millones de personas, se identifica como afrodescendiente.
Reconocerlo o no tiene sus matices. Por un lado, está la libre convicción personal de considerarse o no parte de una etnia, agrupación o minoría. Por otro, está la necesidad de tener certeza del número de representatividad que estos tienen.
Aunque lo parezca, por las características que sean (sobre todo las físicas y de color de piel), no se puede encasillar a la gente. Cada quien es libre de sentirse afín a una raza.
Para Paola Mosquera, consultora y asesora en temas de género y diversidad, no es descartable que ese porcentaje del 10 %, la cifra oficial, sea realmente mayor, pero que ese añadido porcentual este invisibilizado esencialmente porque, históricamente, ha habido una carga negativa de lo que significa o ha significado ser afro. Una carga con eventuales efectos psicológicos y sociales difíciles de medir.
A los ya múltiples desafíos a los que se enfrenta la población afrocolombiana, el autorreconocimiento es clave porque detrás de este hay matices que inciden en los diagnósticos, y por ello en las maneras como hay que responder ante distintos escenarios y retos. Es un asunto de intervenir de manera focalizada.
Como lo explicó Milady Garcés, presidenta de la Cámara de Comercio de Buenaventura, no es lo mismo si se evalúa la condición de si es una mujer, o si es mujer afro o indígena; ni tampoco si es una mujer afro del Pacífico o si es una persona afro del Caribe.
“Entender las capas de esa interseccionalidad nos va a hacer implementar apuestas programáticas más completas”, explicó.
De allí lo relevante que resulta exponer este tipo de matices en escenarios como el desarrollado durante el encuentro, porque es la manera de tener presente múltiples perspectivas, y llevar a cabo acciones puntuales para avanzar paulatinamente en objetivos, uno de los cuales es mayor representatividad en los órganos de decisión.
Los avances -y poner situaciones en discusión en una gran convención ya es uno sustancial-, afirmó la presidenta de la Cámara de Buenaventura, son en últimas “victorias tempranas que bosquejan el futuro al que queremos llegar”: más rostros de mujeres afrodescendientes en posiciones de poder, como es su caso.
Para Milady Garcés, esto se constituye en hechos históricos de representación, y principio de unas narrativas según las cuales sí se puede tener muchas más mujeres afro en estos espacios.
“Estas narrativas son trascendentales porque no puedes desear lo que no conoces, a lo que no crees que tienes acceso”.
“Si detrás de las narrativas lo que hay son mujeres referentes, mujeres afrodescendientes que están en instancias de poder, mujeres que están formadas, ejemplarizan que sí se puede, y generan intencionalidad y deseo, punto de partida para aumentar el número de mujeres afro en escenarios de decisión”, concluyó.