Big data y Smart cities
Con ‘big data’, también ‘smart cities’
Por: Henry Bradford Sicard, rector del CESA.
no de los fenómenos que caracterizó el siglo XX fue el crecimiento poblacional urbano, proceso que continuó a través de los años y aún hoy se sigue presentando. En Colombia tenemos evidencia de una variación demográfica alta: la relación de personas viviendo en el campo y en la ciudad cambió completamente su tendencia. Hacia 1938 el porcentaje de colombianos que habitaba las urbes era de 32% y según el Banco Mundial, en 1960 subió a 45% y en el 2017 al 77%.
El crecimiento ha sido sostenido y pone sobre la mesa desafíos para los hacedores de políticas públicas, como la obligación de proveer condiciones dignas y calidad de vida favorable para todos.
La pregunta que surge es ¿cómo tomar decisiones acertadas para responder a las verdaderas necesidades de ciudades de la dimensión de Bogotá, que cuenta con más de ocho millones de habitantes? Estamos a unos pasos de hacer parte de las megaciudades de más de diez millones de habitantes. Evidentemente es un trabajo de gran magnitud.
El suministro de servicios públicos de calidad, la seguridad pública, el transporte, la salud, la educación, entre otros, son aspectos con los que los dirigentes tienen que enfrentarse y para los cuales deben buscar soluciones efectivas que respondan a toda la población por igual, y que, a su vez, generen crecimiento económico y desarrollo. Esto debe lograrse articulando el sector privado con el público en busca de objetivos comunes que beneficien a todos.
Los líderes encargados de llevar a la realidad soluciones convenientes deben por lo tanto estar prestos a innovar y a hacer un buen uso de las nuevas tecnologías, así como de la información a la que hoy tenemos acceso. A las entidades públicas les corresponde renovarse y adaptarse al uso de nuevas herramientas, tales como el big data, para convertir las ciudades en inteligentes y poder administrar sus recursos mediante el buen manejo de la información. Una ciudad inteligente es aquella en la que cada uno de los sectores –económico, social y político– logra compartir información pertinente para la toma de decisiones y así llegar a proposiciones con valor agregado.
Actualmente en el mundo a diario se producen más de 2,5 quintillones de bytes. Gracias a los dispositivos digitales, las tecnologías de la información y los medios de comunicación, esta información puede estar fácilmente a la mano. Así, se pueden hacer estudios más completos en los cuales las políticas públicas sean eficientes, acordes con las necesidades reales de los ciudadanos y que vayan de la mano con los objetivos de una economía mucho más sostenible.
El papel que juega el big data en el objetivo de construir ciudades inteligentes es importante, ya que es de esta manera que se logra manejar las grandes cantidades de datos. Al igual que en las empresas, su utilización puede ayudar a predecir comportamientos de las personas, anticipar cambios y proponer ideas acertadas para comprender cuál es la mejor estrategia.
Con el uso de los datos y la participación activa del Gobierno, las compañías y la misma sociedad podemos contar con ciudades con una infraestructura adecuada para transportar a millones de personas de manera sostenible. Asimismo, la innovación y el emprendimiento se convierten en factores relevantes, pues al conocer las necesidades exactas de la gente se pueden dar respuestas precisas. Se puede también hacer un uso más completo de la tecnología que le abra la puerta a sistemas de energía más limpios.
Alcanzar una ciudad inteligente es planear resultados a largo plazo y no solo pensar en soluciones momentáneas para los problemas que aquejan a diario a sus habitantes.