Estudiantes abanderaron ayuda a damnificados por incendio

Estudiantes abanderaron ayuda a damnificados por incendio

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A finales de 2019, un incendio devoró las modestas viviendas de cerca de 30 familias dedicadas al reciclaje, y residentes en el barrio La Perseverancia, centro-oriente de Bogotá. Una niña falleció y 150 personas más quedaron sin hogar.

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A partir de ese momento, dos estudiantes de cuarto semestre del CESA, María Becerra y Michelle Cundy, lideraron una campaña para ayudar a las víctimas de este hecho, que culminó con un almuerzo navideño con entrega de alimentos, ropa y regalos para los niños de estas familias.

La historia de ese encuentro que permitió entregar estas ayudas, es también una historia de solidaridad, de generosidad, de empatía. Una historia de sentir como propios los sentimientos de los demás, en este caso los de varias familias que lo perdieron todo. Y también, en palabras de Michelle, “un ejemplo de la fuerza que tiene nuestra comunidad, sobre todo de lo lejos que se puede llegar cuando trabajamos juntos, y del poder de la redes sociales”.

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Son varias las consideraciones que por lo ocurrido han hecho las estudiantes. Una de ellas tiene que ver con el compromiso. “Lo que tenemos, la calidad de la educación que recibimos, nos hace ver la responsabilidad ante la sociedad cuando lo necesita. Y casos como este son una oportunidad para demostrarlo”, reflexiona María Becerra.

En realidad, durante las horas posteriores a la extinción de las llamas, ni ellas ni sus demás compañeros lograron dimensionar la tragedia. Por las calles del barrio La Merced se rumoraba espontáneamente sobre una bodega de reciclaje de la zona que se había incendiado. Por la proximidad con el CESA, los estudiantes, en sus chat, hablaban de hacer una colecta para ayudar a las (que creían) cinco o seis familias afectadas.

Sin embargo María, una aspirante a administradora de empresas, pero con alma de reportera y amante de la fotografía, decidió constatar por cuenta propia lo que había hecho el incendio. Se desplazó sola al lugar del evento. Quedó impactada.

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María y Michelle empezaron a monitorear a las distintas entidades para saber si alguna de ellas divulgaba información sobre cómo ayudar. Al no hallar ninguna pista al respecto, entraron en acción.

Michelle lideró el diseño de unos afiches que convocaban a donar para ayudar a las víctimas. Una vez preparados, solicitaron la autorización del área de Bienestar del CESA para su divulgación. En Bienestar se instaló una caja para el acopio de las ayudas: ropa, frazadas y alimentos no perecederos.

María y Michelle continuaron en su cruzada. Se movieron a través de sus grupos de redes sociales propios. No solo, contactaron a amigos de barrio y de colegio, sino que la viralidad de la información alcanzó a padres de familia. Varios de ellos, de alumnos del Colegio Nueva Granada, se sintonizaron con las intenciones de las estudiantes del CESA y donaron masivamente. Fue tanta la ayuda recibida, que María Becerra tuvo que dormir en el cuarto de su mamá por varios días. “Mi habitación quedó convertida en una bodega repleta de ropa”.

Michelle Cundy reconoce que hubo un momento en el que las donaciones empezaron a sobrepasar las expectativas. “En uno de esos días, me llamó al celular la mamá de una amiga de colegio y me dijo: ‘estoy pasando por un supermercado. ¿Dime qué llevo, qué necesitan?’. Fue algo que nos sorprendió. No esperábamos tanto”, confiesa.

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Para Michelle y María cada cosa encajaba de manera perfecta. “Una vez, cuando pensábamos que hacían falta sábanas para las familias, recibimos de una mama 30 cobijas”.

Había que entregar las ayudas. Con el apoyo de las directivas del CESA, se coordinó un almuerzo para ello. Con cada regalo, con cada ancheta, con cada paquete de ropa entregado, con cada bocado en el almuerzo, se dibujaba un rostro de felicidad en esas personas. Una imagen inolvidable que ha hecho sentir a las estudiantes que el esfuerzo valió la pena.

“Nos queda un deseo enorme de ayudar y el sentimiento de satisfacción de hacerlo cuando alguien en verdad lo necesita, y de dar unas gracias infinitas a todos los que donaron. Este tipo de cosas pueden marcar la diferencia en un momento de la vida de muchas personas”, concluye.