Hacer sostenible los esfuerzos del entorno de sostenibilidad en Colombia
Ya no basta con mirar el resultado neto del estado de pérdidas y ganancias, como lo hacían generaciones anteriores de gerentes. Hoy se requiere comprender la sostenibilidad integral de la organización a partir de la correcta administración de los riesgos ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). En este nuevo entorno, un gerente que se enfoca únicamente en el resultado neto puede presentar utilidades hoy, pero al mismo tiempo estar incubando riesgos que comprometen la continuidad futura de la empresa, como pasivos ambientales, conflictos sociales, debilidades de gobernanza o sanciones regulatorias que tarde o temprano se reflejarán en la caja y en la valoración de la compañía.
Así se concluyó en el 7.º Congreso de Finanzas para la Equidad, Sostenibilidad y Transformación (FEST 2025), de Asobancaria, celebrado la semana pasada.
Este cambio de mentalidad obliga a afinar la mirada sobre los conceptos financieros básicos, en particular al diferenciar el margen de la rentabilidad, integrando además los riesgos ASG en el análisis. El margen, entendido como la relación entre ingresos y resultado, refleja la eficiencia operativa de una empresa: puede ser bajo y no comprometer la viabilidad, si la inversión requerida es pequeña. Sin embargo, también puede verse impactado por costos derivados de la gestión ambiental, la relación con comunidades o la calidad de la gobernanza.
La rentabilidad, en cambio, es la relación entre el resultado y la inversión, y muestra cuánto valor se genera por cada peso de capital comprometido. Aquí es clave que la inversión no se mida únicamente en términos financieros, sino también en términos de sostenibilidad: proyectos con altos retornos aparentes pueden erosionar la rentabilidad si implican pasivos ambientales, conflictos sociales o estructuras de gobernanza frágiles que encarecen el costo de capital. En este sentido, una compañía puede presentar márgenes aceptables pero, si sus inversiones no integran criterios ASG, y su rentabilidad ajustada es baja -aunque positiva-, la viabilidad financiera se ve comprometida, pues los recursos invertidos no están generando el retorno necesario para sostener el negocio ni para superar el costo de capital que exige un mercado cada vez más sensible a la sostenibilidad.
En el FEST 2025 se resaltó que las empresas que asumen con seriedad la sostenibilidad cuentan hoy con un abanico creciente de fuentes de financiación diseñadas específicamente para viabilizar sus inversiones en ASG. Bonos verdes, préstamos atados a indicadores de sostenibilidad, créditos con tasas preferenciales por desempeño ambiental o social y fondos especializados en proyectos responsables, no sólo reducen el costo de capital, sino que hacen posible que las inversiones en energías limpias, gestión ambiental, inclusión social o fortalecimiento de la gobernanza sean financieramente viables. De esta manera, la sostenibilidad deja de ser un esfuerzo que erosiona márgenes en el corto plazo y se convierte en un camino que combina rentabilidad y acceso a capital más barato, garantizando la resiliencia y la competitividad de las organizaciones en el largo plazo.
El mensaje que dejó el congreso es contundente: la gerencia moderna no puede reducir su visión a la cifra final del PyG. Necesita integrar sostenibilidad y rentabilidad en una misma ecuación, comprender la diferencia entre margen y rentabilidad, garantizar que esta última supere el costo de capital, y gestionar de manera activa y transparente los riesgos ASG. Solo así será posible asegurar no solo la creación de valor para los accionistas, sino también la resiliencia de la empresa frente a los retos de un entorno cada vez más exigente en términos sociales, ambientales y regulatorios.
En otras palabras, la gerencia del futuro es aquella que entiende que sostenibilidad y rentabilidad no son opuestos, sino condiciones complementarias para la viabilidad empresarial.
Ph.D. John Jiménez Triviño
Socio de Waterstone-Capital - Profesor finanzas CESA