Nuevo modelo de educación para el futuro
Por Mima Peña-Fajardo*
Tal vez de las cosas que más me han hecho falta en estos días de cuarentena es mi recorrido por las calles del CESA; pasar frente a Casa Lleras, por la Carrera quinta, subir hasta Casa Incolda, llegar a un salón. La energía de los estudiantes, las risas y la camaradería, el intercambio espontáneo de ideas y ver esas caras jóvenes llenas de porvenir, es realmente formidable y algo que no se logra en ningún escenario virtual.
Sin embargo, debo reconocer que el cambio disruptivo al que tuvimos que acostumbrarnos en cuestión de días también ha traído unos aprendizajes importantísimos. El cambio del modelo tradicional de enseñanza a uno virtual iba a suceder eventualmente, pero se aceleró con la aparición del coronavirus; y aunque nos tomó desprevenidos, también nos obligó a cambiar y a adaptarnos de repente a la realidad virtual en la que ya viven nuestros estudiantes.
Este nuevo modelo de educación que se está desarrollando ante nuestros ojos nos está haciendo inventar nuevas formas de enseñar y de aprender. Cada día surgen herramientas que enriquecen la manera de transmitir ideas; de debatirlas, evaluarlas, editarlas, compararlas, compartirlas, dibujarlas, etcétera. Pero no solo el “contenido” de nuestras materias puede abordarse desde otras latitudes, sino que los escenarios virtuales también ofrecen – por curioso que parezca- una oportunidad para fortalecer otras competencias humanas. La opción de actuar con honestidad, por ejemplo, se presenta ahora constantemente.
En las últimas semanas nuestros estudiantes presentaron parciales on-line que tomaron desde sus casas; una oportunidad para optar por la ética que implica actuar correctamente cuando nadie nos está mirando, y a la vez un aprendizaje para la vida profesional donde hay que cumplir con las funciones, independientemente de que un jefe o alguien más esté supervisando. De la misma manera se ponen a prueba la disciplina y la automotivación para atender a clases y cumplir con compromisos a distancia. El respeto y la empatía por la opinión de quien no se está viendo cara a cara, e incluso la confianza para proponer e intercambiar ideas con quienes no conocemos, también son una oportunidad para desarrollar por la vía virtual.
La curiosidad por el conocimiento presenta un gran reto para estudiantes y profesores porque la energía y el debate que surgen en un salón de clase y que inspira esa curiosidad por aprender es difícil de recrear en ambientes en donde no estamos juntos. Entre otras cosas porque el tono, los gestos, el lenguaje corporal y hasta el buen humor se pierden fácilmente entre las redes. Para mi, esa falta de “sentir” lo que está pasando al otro lado, es lo que me ha parecido más difícil de este formato. En ese sentido, el gran reto que tenemos los profesores es crear comunidades virtuales dinámicas, participativas, interesantes y amenas.
Creo que estamos en un buen momento para tomar lo bueno de lo virtual, lo bueno de lo real y crear un nuevo modelo de educación para el futuro. Vital que el nuevo modelo reconozca la relevancia que tiene una buena discusión en un salón de clase, por ejemplo, así como el valor inigualable de las relaciones personales que surgen incluso en las calles del CESA.
*Docente CESA