Calidad vs. modelos de gestión: el debate en torno a la educación universitaria
La calidad como concepto dentro del plan de desarrollo así como una revisión de los estándares a través de los cuales es medida para la educación, fueron los temas centrales de un panel de universidades de la Alianza 4U.
La calidad es un aspecto medular para garantizar una educación de excelencia, pero su definición y los estándares utilizados para medirla pueden variar. De allí lo crucial que resultó reflexionar sobre cómo se define y evalúa la calidad en la educación, ya que esto puede impactar directamente en la formación de los estudiantes y en el desarrollo del país.
Este debate permitió analizar y cuestionar los criterios existentes, buscando mejorar y asegurar la excelencia educativa en las instituciones de educación superior, independientemente si son públicas o privadas.
Además de la calidad y normativa, la cobertura y el papel del Estado también hicieron parte de los temas tratados por directivas del CESA, de Icesi y de la Universidad del Norte, instituciones miembros de la Alianza.
Según trascendió en el panel, desarrollado en Uninorte, Bogotá concentra la oferta universitaria privada del país. Si a esta se le suma la que ofrecen las demás capitales importantes, esta asciende a un 73%.
Muy a pesar de que en diez años, entre 2007 y 2017, se aumentó en 450.000 cupos en la educación universitaria, y en el que 6 de cada 10 estudiantes llegaron a instituciones privadas, con indicadores en calidad que no son los mejores.
A partir de este panorama y dichos aspectos reflexionaron los rectores de Icesi y Uninorte, Esteban Piedrahíta y Adolfo Meisel, respectivamente, y el vicerrector de Gestión Académica del CESA, Juan Carlos Aponte.
℘Movilidad estudiantil entre 4 universidades
Los panelista coincidieron que si bien si pueden encontrar toda clase de contrastes entre las instituciones públicas y privadas, al final del día la discusión debe centrarse en la calidad y pertinencia de la educación.
A la manera del líder chino Deng Xiaoping, apuntó Esteban Piedrahita, “no importa si el gato es blanco o negro, sino que cace ratones”.
Así las cosas, cuando del ámbito educativo se habla, lo que cuenta es que se logren los resultados en competencias, en empleabilidad, en bienestar y en valores de quienes se gradúan.
“Hay que mirar la calidad por encima del modelo de gestión”, enfatizó.
Consistencia en mediciones y conceptos
No obstante, calidad y pertinencia están mediados por esquemas normativos que muy posiblemente merezcan ser revisados.
En concepto de Juan Carlos Aponte, los esquemas hoy existentes no están teniendo en cuenta las identidades particulares de las instituciones, a partir de las cuales se desprenden sus maneras de enseñar o sus pedagogías.
En concepto del vicerrector del CESA, hay universidades que pueden tener buenos indicadores, pero que quizás no estén entregando los ciudadanos que la sociedad y sus desafíos están reclamando. “Cuando hay instituciones acreditadas donde hay una deserción de hasta el 45%, no se puede hablar de alta calidad”.
Añadió que detrás de calidad y pertinencia hay mediciones que no parecen ser muy claras, ni tampoco cómo se están adjudicando los niveles de acreditación por años.
En este sentido, las instituciones de educación superior se están enfrentando a un escenario de acreditación en permanente reacomodación, con ambigüedades y sesgos por corregir urgentes, y la sensación es que “no hay una consistencia en la definición de lo que es la alta calidad”, manifestó.
Para Adolfo Meisel, rector de Uninorte, es imperativo ponerle números a la discusión en torno a la educación.
Explicó que hay que seguir defendiendo las pruebas ‘Saber’, como un mecanismo “muy bueno” que brinda indicadores e indicios sobre la calidad, porque reflejan la realidad; pero aseguró que el Estado tiene un papel esencial en el manejo transparente de las cifras. Más que matrículas -dijo- es esencial cuantificar cuántos son los jóvenes que se gradúan.
Aumentar flexibilidad, pero con calidad
En cuanto a la cobertura, los rectores destacaron a la tecnología como un habilitador para llegar a la Colombia profunda, pero enfatizaron que es importante evaluar las vocaciones regionales para aprovecharla al máximo.
En su criterio, llegar con sedes propias a distintos lugares suponen costos extraordinarios que desequilibrarían los recursos, por lo que hay es que aprovechar tecnologías como la Inteligencia Artificial, la Realidad Virtual, entre otras existentes, para mejorar la educación virtual. Hay que ser flexibles y pragmáticos, pero con la premisa de estudiar las capacidades locales para llevar soluciones que se adapten a las necesidades de geografías particulares.
En este mismo sentido se pronunció Juan Carlos Aponte, quien manifestó que la educación hay que transferirla de otras maneras distintas a buscar llevar programas con registros calificados a determinadas regiones.
Y destacó que, debido a los intereses que hoy persiguen los jóvenes y a las necesidades de aprendizaje para toda la vida, desde el CESA se trabaja en planes de estudios y rutas flexibles, homologables y convalidables con la educación formal.
Que estén en consonancia con las competencias que hoy se demandan, las necesidades del sector productivo y en algunos casos que permitan la homologación, y en todo caso con una extraordinaria calidad.