El autoconocimiento como ventaja competitiva del liderazgo
“Mi filosofía es que para tener éxito en la vida debes proyectar una imagen de éxito todo el tiempo”, le dice el agente inmobiliario Buddy Kane a la desdichada Carolyn Burnham, en la película Belleza Americana. Una frase sugerente por lo pragmática, pero al mismo tiempo superficial, pues en muchos contextos podría evaluarse a las personas por lo que aparentan y no por lo que realmente son. ¿Es la percepción la realidad?. ¿Lo más importante es cómo se ve el liderazgo o cómo se construye?
El debate está abierto. Pero quizás el hecho innegable es que para uno u otro se necesita de un componente esencial: el autoconocimiento.
En el evento Matrículas de honor de CESA, que reconoció a los mejores estudiantes por su excelencia académica, nueve de ellos tendrán la oportunidad de realizar una prueba diseñada para explorar su perfil de liderazgo y personalidad. No es un test para medir su inteligencia, ni sus conocimientos técnicos, sino para identificar fortalezas, oportunidades de mejora y formas de interactuar con los demás.
La herramienta, desarrollada por Hogan, firma especializada en diagnósticos de liderazgo, y aplicada en América Latina bajo el liderazgo de la consultora Thuoper, ha sido utilizada por millones de líderes en el mundo. En este caso, se pone al servicio de estudiantes que apenas comienzan su camino profesional.
Según Liliana López, CEO de Thuoper, este tipo de ejercicios son más valiosos cuando se realizan temprano. “Si los jóvenes logran comprender sus fortalezas y oportunidades desde el inicio, tienen más claridad para trazar un camino profesional coherente con lo que realmente son”, explica.
A diferencia de otros reconocimientos académicos, esta oportunidad pone sobre la mesa un tema más que importante: saber mucho no basta si no se sabe quién se es. Quienes vienen estudiando el tema del liderazgo a profundidad, coinciden en que el liderazgo no se da por un cargo sino más por una decisión.
Y la gestión de las emociones es una parte medular de este proceso. Según Liliana López, “es el pilar fundamental del liderazgo”. No basta con tener control: hay que tener conciencia. Nombrar lo que se siente. Reconocer lo que aún no se sabe manejar. Algo poco entrenado en entornos donde -con frecuencia- se premia la eficiencia por encima de la reflexión. Y es que en el mundo empresarial la productividad y rentabilidad cuentan en extremo.
En un momento en que la Inteligencia Artificial replica con facilidad discursos de liderazgo, lo humano cobra un nuevo valor. No por oposición a la tecnología, sino porque el liderazgo real -el que impacta y transforma- depende de capacidades que ninguna máquina puede simular: la empatía, la autoconciencia y la capacidad de aprender desde el carácter.