El C-level de la organización debe entender la IA; pero la cultura importa

El C-level de la organización debe entender la IA; pero la cultura importa

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Hace exactamente un año irrumpió con fortaleza una de las mayores disrupciones tecnológicas en el mundo: ChatGPT, un lenguaje de inteligencia artificial generativa (IA), herramienta capaz de generar nueva información a medida que es alimentada por preguntas o instrucciones (en últimas información), configurando un bucle de alimentación y retroalimentación de esta de manera ilimitada.

Es verdad que la IA no es nueva. Un hecho tan cierto como el que la información que genera, incluyendo aquella que va más allá del lenguaje escritural -como videos e imágenes-, no siempre es fiable. ChatGPT simplemente se constituyó en una “explosión”, dadas las posibilidades que empezó a configurar para cualquier persona.

Una explosión que incluso ha llevado a una de las más largas huelgas de un gremio (el de miembros de las industria cinematográfica) de las que se tenga noticia en los últimos años, por el uso de la IA y en prejuicio contra actores o guionistas, así como a cumbres entre países para que sea regulada por la eventual amenaza que pueda representar para los humanos.

Pero es precisamente por todas las implicaciones que conlleva el uso de la IA que las empresas no pueden ser ajenas a sus posibilidades.

La consultora Mckinsey habla de una gran aceptación de su uso en cuatro áreas en el mundo de los negocios: operaciones con clientes, ventas y marketing, ingeniería de software, e investigación y desarrollo.

Y es claro que son los directivos de las organizaciones los que tienen la potestad de la adopción de la IA, pues sobre ellos pasa la estrategia de hacia donde debe ir encaminada la organización.

Es el C-Level de la compañía el llamado a tener un entendimiento de las posibilidades de la tecnología para potenciar las necesidades en la empresa, en diversas dimensiones como procesos, producción, gestión, entre otras.

Así, de lo que se trata es de que esta sea apropiada en la capa más alta de las empresas, y que a partir de allí el resto de la organización sepa cómo usarla.

Sin embargo, ¿qué tanto sirve un entendimiento amplio (no detallado, pues quizás es resorte de los ingenieros y técnicos) de las variables tecnológicas, si dentro de las empresas no hay una cultura que permita esa adopción? ¿Una apropiación que dependa más de una consciencia de que engrana en procesos del día a día, y puede significar eficiencia y más productividad, y no de saber que se usa porque la IA es una tendencia?

Peter Schwarzenbauer, directivo de la alemana BMW, dijo en el único One Young World que ha tenido lugar en Colombia (Bogotá, 2017), “es más fácil hacer un automóvil que cambiar la cultura de una organización”. Schwarzenbauer resumió con contundencia el gran reto: y es que la cultura importa.

Y esta es una de las razones por las cuales se unieron la mejor escuela de negocios privada del país, el CESA; y Platzi, escuela tecnológica líder del mundo hispano, para brindar un espacio formativo que les dé a altos directivos de las organizaciones la visión necesaria, tanto en lo tecnológico como en lo cultural, para enfrentar los desafíos de las empresas en la materia.

Más de 40 directivos de una docena de grandes compañías en el país, de distintos sectores, Telecomunicaciones, Medios, Financiero, de la Construcción, entre otros, y algunas startups, ya se han formado en el programa.

IA y cultura: asuntos a llevar en paralelo

Un liderazgo disruptivo, un entendimiento de la estrategia de la IA y una cultura laboral a prueba del futuro, son los componentes clave con los cuales estas y otras empresas lograrán navegar con la IA.

Hay un consenso en que la IA se va a generalizar en 2024. Y sin que desaparezcan usos y abusos, mayor desarrollo, y al mismo tiempo más sensibilidad ante la regulación, expertos convergen en que en cualquier caso, las empresas que sean ‘data driven’ son las que más rápido se van a beneficiar de la IA. Así las cosas, parte de la visión de la gerencia es que se implemente una cultura de datos en las empresas.

Es necesario que desde la alta dirección se incentive a un cambio de mentalidad, a una transformación en los procesos. Si bien resulta clave tener claro el potencial y los alcances de cualquier tecnología, y la de la IA no es la excepción, es la cultura la que ayuda a las mutaciones sobre su adopción y cómo integrarlas en el negocio.

Esto permite ser más competitivos, más disruptivos e innovadores, más ágiles y eficientes; a reducir costos. El C-level debe contar con las capacidades para incentivar y acompañar a los equipos, y para que las organizaciones en conjunto se adapten a un ritmo más rápido a los cambios que el entorno exige.

La cultura no es un aspiracional, y no es lo que se desea sea la empresa. Es, en realidad, el presente. Lo que hay en el hoy y como se transpira el día a día en la organización. Por eso es tan importante que desde el más alto nivel se acompañe todo el proceso de transformación. De impulsar a la gente y desarrollar el ambiente que permitan que esas nuevas tecnologías y esos cambios sean sostenibles en el tiempo.