Así se están fortaleciendo las habilidades y resiliencia de los emprendedores
08 Jun 2022
Con varias charlas sobre los recursos a los que pueden acceder los emprendedores a través de algunos actores del ecosistema, sobre el peso de la formalización, y retroalimentaciones para mejorar la comunicación de los modelos de negocio, transcurrió una jornada con cerca de 30 emprendedores, en desarrollo del programa de emprendimiento de la Caja de Compensación Compensar.
Se trató de un capítulo más de este programa al que esta caja de compensación le dio vida hace seis años, tendiente a acompañar a emprendedores tradicionales a adquirir habilidades para el emprendimiento, con el fin último de estructurar sus modelos de negocio y hacerlos realidad.
Resiliencia en el emprendimiento
A la fecha, este programa ha capacitado a cerca de 8.000 emprendedores, y logrado poner en marcha más de 1.400 negocios.
A través de su Centro de Innovación y Emprendimiento, el CESA es uno de los aliados de este programa para la estructuración de modelo de negocio, una de sus fases.
∞»Solo con emprendimiento es posible que agricultores urbanos salgan de la pobreza», John Dobson
Esta ruta de capacitación prevé una primera fase de interiorización de competencias para el emprendimiento, y una segunda de ideación, en la que se exploran aspectos como la problemática o necesidad que resuelve cada proyecto, el mercado objetivo, validación, diferenciales y valor agregado del producto o servicio.
En la tercera etapa, que es la estructura del negocio y en la que participa el CESA a través de mentores y tutores, se perfeccionan aspectos como presupuesto, costos, márgenes de ganancia, entre otros.
Hablan los emprendedores
Ludwing Santana
Para varios de los emprendedores, el camino recorrido con los mentores y tutores en este programa es uno de los mayores beneficios del programa.
Así lo conceptúa el publicista Ludwing Santana, fundador de una empresa de fotografía que lleva su nombre.
Con la crisis económica derivada de la pandemia, Ludwing, quien era docente de fotografía en dos universidades y un instituto en la capital, no solo quedó desempleado, sino que su hogar se disolvió.
Especializado en efectos artísticos en fotografía de bodas, se dedicó de lleno a esta actividad, pero sin una estructura de negocio clara. El programa de Compensar se la ha brindado.
En palabras del propio Ludwing, “no sabía cobrar bien, no tenía un tarifario de precios, dejaba al cálculo y sin criterio lo que tenía que pagar a las personas que me colaboraban, y les decía un mes ‘hay tanto’ y al otro ‘hay esto’. Luz Andrea me cambió la vida”.
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Este empresario se refiere a su mentora en el CESA, Luz Andrea Alemán. “Con ella organicé mis ideas y le di una estructura formal a mi negocio”, precisa.
De la mano de ella, ha aprendido a definir su mercado correcto, cuánto pagarles a sus colaboradores y mantener claridad con ellos, gestionar el riesgo (pues hoy trabaja con visión y es consciente del daño o depreciación en algún momento de sus equipos) y cómo presentarse ante sus clientes.
Tras cinco meses en el proceso, Ludwing define de una manera muy particular lo que ha sido el camino recorrido con su mentora.
Para él, ella ha sido un flotador en medio de un vendaval. “Emprender es como mezclar un chocolate de adversidad y creatividad, y cuando hay alguien que lo bate, surge el resultado. Y creo que mi mentora ha sido esa persona que ha batido esta mezcla”.
Actualmente, perfecciona el andamiaje necesario para incluir la figura del contador en su empresa, mientras celebra la realización y proyección de tres documentales que realizó justamente sobre emprendimiento.
Joyas inspiradas en vínculos emocionales
Gaby Basto es otra de las emprendedoras que halló en este programa de emprendimiento la forma de sacarle rentabilidad a su pasión y propósito.
Técnica en mercadotecnia y administradora de profesión, decidió darle un giro a su vida tras casi una década de estar como empleada, y desempeñarse con buenos resultados financieros en el área comercial de varias multinacionales de consumo masivo.
Ana Paola Ozuna, directora del Centro de Innovación y Emprendimiento del CESA.
Sin embargo, aunque siempre había estado -y ahora lo está más que nunca- seducida por el mundo de las artesanías y de las joyas, y, de hecho, los fines de semana los dedicaba a talleres de joyería, ella y su esposo lideraron una empresa de equipos biomédicos. La empresa quebró. Lo vendieron todo. “Solo nos faltó vender lo que teníamos puesto”, relata para ilustrar lo complejo que resultó entonces.
Tocó las puertas de Compensar para aplicar al subsidio de desempleo, y las respuestas que puso en el formulario fueron suficientes para que la invitaran a aplicar al programa de emprendedores. Y es que lleva el emprendimiento en su ADN y quizás no era consciente de ello.
Gaby Basto resalta que los mentores y tutores del programa la han fortalecido frente a esos obstáculos que comúnmente viven los emprendedores, en gran medida porque con su acompañamiento -dice- minimiza esos errores que pasan factura.
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A través de la consultora empresarial Sonia Sierra, su tutora, Gaby definió qué era lo que quería hacer. En su caso, líneas temáticas con sus productos de joyería, pero con algún componente asociado a algún aspecto derivado de experiencias muy personales de sus clientes o que los hayan marcado, y sin ningún costo.
“Hago cosas que no se quedan exclusivamente en lo transaccional, sino que están relacionadas con mi propósito de servir en el autoconocimiento de las personas, que entre otras cosas viví para hacer cambios profundos”.
Gracias a Sonia, quien la ha asistido para que evalúe múltiples posibilidades, algunas atadas a lo tecnológico, a Gaby se le ha facilitado ver las cosas en conjunto y de manera integral.
Su mentor, Juan Carlos Rivera, de una firma consultora de temas contables, ha sido determinante para que ella atienda ciertos detalles, y para que se haga cuestionamientos. Uno de ellos, precisamente, el que cobre sus asesorías porque es tiempo invertido.
El emprendimiento de Gaby, 33 joyas para sentir, maneja varias líneas temáticas: inspiradas en mascotas, inspiradas en pasiones, en profesiones y la línea corporativa.
Hoy, su negocio de joyería le deja mayores ganancias que el último empleo que tuvo, pero ninguna mejor como la tranquilidad de sentir haber aprendido a emprender y sentir que perfectamente puede vivir de aquello que le apasiona.
“Cada enseñanza que vivo en el programa la estoy disfrutando con dedicación. Tomándome el tiempo que sea necesario para asimilarlas”, concluye.