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La explosión de habilidades tras un chicle y otros modelos de negocio

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14 Nov 2023

Mood, un chicle a base de productos naturales y orgánicos, que promete ser un antojo que protege tanto la salud del cuerpo como la del medioambiente, resultó escogido como el modelo de negocio ganador en la Feria de Espíritu Emprendedor del segundo semestre del año.

Se trató de un producto que convenció por varios de sus atributos, uno de los cuales es la diferencia del tiempo de degradación con los chicles convencionales. Según Juan Esteban Suárez, mientras que comestibles de este tipo demoran 6 años en degradarse, Mood lo hace en apenas cuatro meses. Su composición con plantas así lo permite. Además, cuando de chicles tradicionales se trata, se habla de un desperdicio cercano a las 100.000 toneladas al año en el mundo.

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Un impacto significativo para el medioambiente, al que se le añaden propiedades para cambiar positivamente el estado de ánimo con productos de la tierra: desde el café hasta el anís. Una multiplicidad de sabores que “ayudan al estímulo o al descanso o a la felicidad, y en segundos”.

Para Christel Hiller, líder de Innovación y Transformación de Alianza Team, miembro del jurado en el evento, Mood demostró ampliamente ajustarse a dos variables de peso evaluadas en los negocios de la feria: la iteración constante y el grado de implementación.

La feria, una explosión de habilidades

Pero más allá de Mood, la feria se constituyó en el escenario de una explosión de habilidades, por encima de una plausible muestra de productos o servicios. En últimas, si bien es importante haberse sumergido en un contexto para que los estudiantes fueran conscientes de los retos que supone lanzar un producto, validarlo, identificar clientes, establecer esquemas de exposición y comercialización, la renovada versión de Espíritu Emprendedor guarda como esencia el desarrollo de actitudes para contar con una mentalidad emprendedora.

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Como lo explicó Jimena López, directora del CREA, el centro de emprendimiento del CESA, “queríamos llevar a los estudiantes a que aprendieran un montón de habilidades de ventas. Entonces nos quisimos enfocar muchísimo más en que la gente no evaluara tanto el producto, el proyecto, el servicio, la tasa de retorno y cosas que obviamente no van a tener, sino que se enfocaran más en la evolución de las habilidades y de las actitudes que cada uno de nuestros estudiantes tiene, para desarrollarse como el profesional que hoy en día se necesita en la industria”.

En efecto, al decir de varios de los estudiantes participantes en la feria, hubo innumerables habilidades que consideraron haber explotado.

Resiliencia, iteración constante, curiosidad, creatividad, entre otras, brotaron en mayor o menor grado entre los 23 grupos que participaron con sus distintos modelos de negocio.

En el caso de Trío, una importadora de productos, herramientas o insumos para cubrir las necesidades de los emprendedores, destacaron la persistencia y el trabajo en equipo. En el proceso, “pasamos por tres. Cosas que, cuando probamos el modelo de negocio, primero un e-commerce, luego un mayorista para los pequeños emprendedores, tenían distintas falencias que nos obligaron a cambiarlo hasta esta versión de Trío, la 3.0”, explicó Sebastián Bonilla Vargas.

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Caso similar fue el de Bistrea, un licor a base de café que en un principio se pensó como un producto que pudiera detectar sustancias psicoactivas dentro de otra bebida dándolo color a un pitillo. En este caso, según uno de los integrantes del grupo, potenciaron la resiliencia pues les tocó cambiar de negocio cuatro veces. Realmente, lo que pasa en los emprendimientos es que “uno va reinventando, reinventando, reinventando. Primero fueron unos pitillos. Luego, este mismo vodka pero con infusiones con combinaciones de canela, de naranja, de clavo. Nos dimos cuenta que tampoco eran consideradas ricas en el mercado. Y luego sí metimos el café nada más, un café con vodka, y terminó pegando. Entonces cuatro veces tuvimos que reinventar el producto para que pudiéramos tener lo que presentamos en Espíritu”, ilustró Nicolás Silva Riveros.

La curiosidad y exploración, explicaron las creadoras de Femly, un producto anticólicos menstruales, prevalecieron y se potenciaron tras el ejercicio del espíritu emprendedor. “Necesitábamos desarrollar 100 por ciento esa habilidad de exploración para así podernos empatizar con ellas y generar el producto que (las mujeres) necesitaban”, explicó Karen Tatiana Vargas.

“Queda el no quedarnos jamás con un ‘no’, sino atraerlos, explicarles (a los clientes) nuestros diferenciales, y hacer que cambien de opinión”, reflexionó María Camila Paredes, de Slowly. En su caso, lograron ventas cercanas a los $16 millones de pesos. En el mundo del emprendimiento se dice que un emprendimiento que no factura, es un hobbie. Claramente, no es el caso de Slowy.

A Juan David Poveda, por su parte, le quedó como lección el hecho de que no solo es legítimo, sino notable, darles a los negocios el toque del gusto personal, porque llevan implícita la pasión que se necesita para que las cosas salgan. En su caso, Musifai, una plataforma para exponer artistas, potenció la “creatividad, ya que logré congeniar mi parte profesional, que es mi carrera de Administración de Empresas, con mis gustos que son la música y el arte”.

Aprendizaje tras los conflictos en los negocios

Pero no solo de habilidades viven los emprendedores. Hubo lecciones sobre lo que implica conducir empresas de valor inestimable. El negocio de las integrantes de Femly, por ejemplo, llegó a un punto muerto y sin avances por diferencias de concepto, que incluso llevaron al grupo a partirse.

Pero en el mundo empresarial, como en muchos ámbitos, las discrepancias están a la orden del día. De hecho, es un aspecto valioso porque permite mirar distintos puntos de vista. Lo inadmisible, sin embargo, es que las cosas no evolucionen, por lo que cualquier empresa, aún con sociedades, necesita una cabeza (un CEO, no dos ni tres) que decida lo que se hace. Habrá errores, pero claramente la inacción y parálisis no son una alternativa, y se requiere que alguien diga: “¡Se hace esto!”.

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Lo cierto es que Espíritu Emprendedor terminó por sacar cosas extraordinarias de los estudiantes. “Cosas que papás y mamás no sabíamos que tenían”, dijo a Noticias CESA Yusely Aranda, asistente de la feria.

Algunos empresarios asistentes y quienes dieron feedback a los autores de los proyectos, resaltaron la comunicación y el empoderamiento de los estudiantes.

Juan Fernando Jaramillo, Socio de la empresa Celta Advisory, resaltó las buenas estructuras de pitch que vio en cada uno de los grupos, con discursos “cortos, concisos, directos y que generan interés”; y donde se notó un compromiso y convicción con los modelos propuestos. Y añadió que aunque hay modelos que quizás no sean novedosos en el mercado, sí hay un propósito de emprendimiento por añadir valor sobre algo ya existente.

Ricardo Mora, CEO de Ruah60+, subrayó la actitud de “romper la barrera de la timidez”, con una acertada forma de abordar los problemas. “Una persona que llega a vender como se acercan a nosotros, es un alumno que realmente está empoderado, y es un empoderamiento dado por la institución y sus profesores”, concluyó.