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Los 5 lentes de la innovación

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15 Mar 2019

Por: Óscar Mauricio Bermúdez*

Velocidad, reducción, expansión, el reverso y el efecto nulo son probablemente los componentes a través de los cuales se logra hacer planes innovadores en las empresas. Y más allá de cuál sea el plan, las metodologías para fijar los objetivos estratégicos o las herramientas de medición, lo realmente trascendental es que los planes muestren claramente la coherencia entre el valor que se desea entregar a los clientes y el valor que se desea recibir de ellos.

En un futuro cada día más cercano, las empresas se diferenciarán no por sus satisfactores, sino por la coherencia con que esos satisfactores afectan a todos los grupos de interés. Ya está lista una nueva generación a la cual no le importará si una empresa le entrega lo mejor para ellos, si esta no demuestra lo mismo con la sociedad, el medio ambiente y la sostenibilidad.

Si realmente desean destacarse entre las demás, las empresas primero deben ser coherentes con sus responsabilidades, cada día más visibles; y segundo término, el plan de innovación debe llevarlas a reconocerse como únicas sin punto de comparación. Lastimosamente, el mercado está inmerso en una actitud “inocente” por replicar lo que se consideran “casos ejemplares”, haciendo creer que lo que es bueno para otro puede ser bueno para otro.

  • Innovación, un medio en sí mismo antes que un fin La clave está es enfocarse en la forma como esos planes llevan a las empresas a ser auténticas. Al igual que las personas, cada empresa es única; y como tal, desde el interior se debe reconocer quién es y a través de dónde viene para así poder establecer qué tipo de empresa quiere ser en el futuro. Sobre esa visión se establecen los objetivos a través de los cuales se construyen los mejores planes de acción, esos que no convierten a las organizaciones en más o menos; en mejor o peor; sino más bien en lo que la empresa desea ser.

Así que, al planear, hagámoslo sin compararnos para igualar y estemos preparados para hacer del cambio nuestra constante.

Antes de poner a funcionar los llamados lentes de la innovación, resulta trascendental reconocerse como un sistema. Ello le permite a las organizaciones saber sobre sus características, cómo funcionan, cómo se interrelacionan sus procesos, entre otros aspectos. Una vez se logra ese reconocimiento, se comienzan a detectar debilidades, problemas, convencionalismos, oportunidades e innovaciones, elementos que conducen a definir pueden ser los procesos en el futuro y realizar planes de acción para materializarlos.

Asimismo, es necesario que al establecer los eslabones del proceso se distinga el orden, recursos necesarios y la duración de cada uno de ellos.

Así, ya puede detenerse en cada eslabón y utilizar los lentes de innovación:

  1. Velocidad: qué pasa si se hace a otra velocidad. Rapidez no siempre es sinónimo de productividad, eficacia o generación de valor.
  2. Reducir: cómo se podría hacer con menos pasos, menor tamaño o sin todos los recursos actuales.
  3. Expandir: cómo lograr una mayor cobertura, cómo crecer su tamaño, cómo generar mayor valor.
  4. Al revés: qué sería lo opuesto, qué pasaría si modificamos drásticamente su orden, qué pasa si se hace al revés.
  5. Efecto Nulo: ¿y sino existiera ese paso, ese eslabón, esa etapa? La ausencia siempre será la mejor fuente de creatividad e innovación. Cada lente le brindará una serie de iniciativas de innovación, que juntas se pueden ajustar en los procesos teniendo en cuenta las necesidades, las expectativas y los planes de la organización. La ventaja aún mayor es que las estrategias aplican independientemente del tamaño de la empresa. Lo importante es estar abierto de manera latente a los cambios.

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*Conferencista Formación Ejecutiva del CESA