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Las herramientas digitales y la construcción de conocimiento

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27 May 2020

Javier Hernando Murillo.Herramientas-digitales-conocimiento-Javier-Murillo-2

El uso de las herramientas digitales para la gestión del conocimiento en nuestros estudiantes es uno de los temas más relevantes hoy en la educación, no solamente en las investigaciones más teóricas, sino también en el ejercicio cotidiano dentro de los salones de clase. Parece redundante decirlo hoy, a mediados del mes de mayo del 2020, cuando llevamos alrededor de 60 días trabajando a distancia con nuestros estudiantes debido a la cuarentena con la que, con resultados más o menos discutibles, tratamos de controlar la pandemia producida por el llamado covid-19.

Durante los últimos dos meses, profesores y estudiantes hemos tenido que tomar lo que hacíamos de manera presencial, en encuentros personales y con discusiones aplicadas sobre un papel o sobre una pantalla de computador, pero casi siempre cara a cara, y llevarlo a una modalidad a distancia. Revisamos nuestras guías de cátedra, pensadas para hablar con estudiantes personalmente, para tener dentro del salón sus dudas y sus reacciones, y las tradujimos a un modelo distinto que puede dejarnos, a unos y a otros, con más dudas que certezas.

Los resultados de lo que hacemos hoy los revisaremos después, cuando veamos, en otras clases o en el desempeño profesional, la eficacia de los métodos que usamos para solventar esta crisis de salud, pero también social, que nos llevó a aislarnos para disminuir el riesgo de enfermar. Esto es algo nuevo para todos, y los profesores, como los demás, estamos tomando decisiones y actuando sobre la marcha. No me cabe duda de que si el otro semestre, como las evidencias parecen apuntar, seguimos trabajando con el mismo modelo distanciado, tendremos que pensar diferente los cursos, e inventarnos otra vez las clases que creíamos conocidas y dominadas.

Pero no es de la reinvención obligada ―y tal vez saludable― de las clases de lo que quiero hablar acá. Me interesa más, por ahora, mencionar una serie de reflexiones personales que surgen en mí de este proceso de enseñar exclusivamente a través del uso de herramientas digitales:

  • Enseñar a distancia une dos actividades: la de estar frente al computador, que es físicamente sedentaria y pasiva, y receptiva e introspectiva, también, con otra que le resulta opuesta: la de dar clase. Esta última suele ser dinámica y activa; expresiva, incluso, y cargada de intención. Y en esta situación de encuentro regular entre la una y la otra, algo no funciona. Creo que, aún en la distancia, hay que volver a enseñar de pie. A caminar para pensar. A mirar a un tablero y a garabatear para decir mejor.
  • La educación, la enseñanza tal como la hemos entendido hasta ahora, es más que la transmisión de una serie de información. Sin duda se transmite cierta información, como también lo hacen Youtube, el canal Gourmet o cualquier red social. Pero sin duda hace más que eso: construir conocimiento es más que compartir información. Los entornos virtuales como alternativa pedagógica y didáctica.
  • Una de las diferencias fundamentales entre compartir información y construir conocimiento es el proceso reflexivo que va entre lo uno y lo otro. Y la reflexión es más propicia en encuentros físicos, cuando diferentes cuerpos funcionan como un organismo: cuando respiran, se mueven y actúan como uno solo. Ese es uno de los elementos determinantes de un profesor exitoso: que sabe cómo convertir a su grupo de estudiantes ―diversos, que funcionan en frecuencias diferentes― en una clase. Y aún no sé cómo se hace eso en una clase a distancia.
  • Las diapositivas se convierten en instrumentos determinantes de una clase o de una conferencia. Una especie de mapa de hacia dónde va el trabajo del encuentro virtual. Podría decirse que ayudan a articular las clases a distancia, como las presenciales; pero en las presenciales ocurren más cosas, que complementan e incluso hacen relativas lo propuesto en las diapositivas: encuentros, desencuentros, que no tienen lugar en las así llamadas virtuales. No basta, para dar una clase, con seguir las diapositivas de la primera a la última.
  • Cada clase tiene un plan, determinado por el syllabus y por la guía de cátedra, más o menos rigurosa según la neurosis de cada institución y de cada profesor. Ahí hay objetivos, contenidos, habilidades… Pero lo más importante que ocurre en una clase, lo que lleva a esa reflexión que mencionaba antes, es justamente lo que ocurre en los intersticios de los temas: las conversaciones entre uno u otro punto que lleva a discusiones; a nuevas preguntas y a conclusiones particulares. Estas ocurren mucho más difícilmente, o de plano no ocurren en las clases a distancia.
  • Las respuestas de los estudiantes, desde la pantalla de Collaborate, o desde cualquier otra plataforma es aislada apenas; es la de un individuo, no la voz de un miembro de un grupo que de alguna manera hace manifiesta una posición de éste, una que tienen una posición dentro de los miembros de la clase. El lenguaje corporal le da volumen a las conversaciones.
  • Las clases y sus contenidos, con la información que hay que transmitir, no son el propósito de los profesores: son apenas su punto de partida; en ocasiones un pretexto del que nos valemos para establecer conversaciones. Para hablar con los estudiantes. Para intercambiar puntos de vista y establecer discusiones que de ninguna manera podrían tener en un entorno diferente. Estas conversaciones ―creo yo― son las que, a la larga, determinan el crecimiento de los individuos y lo que con tanta propiedad llamamos “formación”. Herramientas-virtuales-conocimiento-interna-2

Realidad virtual y aumentada, alternativas para la enseñanza.Herramientas-digitales-conocimiento

En un artículo del New York Times escrito por Nellie Bowles el año pasado, se propone el asunto de la elitización de la interacción humana, y se compara el gusto por las pantallas con el que se siente por la comida rápida (Bowlles, 2019). El artículo fue escrito y publicado antes de la pandemia, pero me resulta útil a la hora de pensar en lo que entendemos por estos días con educación y lo que buscamos con ella.

El uso de las herramientas digitales está pensado como complemento de las prácticas presenciales. Que las substituyan durante estos días no pasa de ser una respuesta rápida y más o menos improvisada a una coyuntura puntual que asumimos como transitoria, y que palia, apenas, los efectos de la cuarentena en el sector de la educación. De mantenerse durante más tiempo del que esperamos ―o de extenderse su uso gracias a las facilidades que ofrece― no podría sustituir la educación tradicional. Apenas se propondría como un débil sucedáneo. Un trasunto de encuentro que huele bien y atrae a los sentidos, a duras penas simula lo que propone.

Javier Hernando Murillo – Docente CESA

Trabajos citados

Bowlles, N. (23 de March de 2019). Human Contact Is Now a Luxury Good. The New York Times. Recuperado el 2020, de https://www.nytimes.com/2019/03/23/sunday-review/human-contact-luxury-screens.html