El poder de la Inteligencia Artificial en la sostenibilidad
Noviembre de 2022 fue un mes que se fijó en la memoria de todo el mundo por dos hitos de impacto y alcance global. La empresa de investigación de inteligencia artificial OpenAI lanzó ChatGPT, chatbot que sacudió todos los sectores, especialmente el educativo, y también en el que la población llegó a los 8.000 millones de seres humanos en el planeta.
Un dato que toca la agenda mundial de sostenibilidad, porque al fin de cuentas esta se ve impactada por los recursos actuales y futuros disponibles para esta cantidad de población. Técnicamente, la capacidad de carga del planeta para satisfacer las necesidades que demande.
Y así como sostenibilidad y tecnología coincidieron con contundencia hace 10 meses, la convergencia de hoy tiene que ver con el interrogante sobre qué tanto se ha podido poner la Inteligencia Artificial al servicio de la Sostenibilidad. La IA ha abierto un panorama de oportunidades, abanico que fue explorado en detalle este jueves 28 de septiembre en el CESA.
Exposostenibilidad, escenario que discute asuntos en esta materia, expuso en su versión número 12 varios casos en los que la IA está moldeando formas para ajustar negocios y actividades a los objetivos de desarrollo sostenible.
Chatbots que se han convertido en herramienta clave para los campesinos; herramientas de IA para combatir la deforestación y el cuidado de la biodiversidad en la Amazonía, o algoritmos que están mostrando nuevos caminos a empresas que hacen envasado, para integrar productos recompuestos y reciclados a modelos de economía circular.
Predicciones para aportar a economías circulares
Creada por la multinacional de belleza Belcorp, Bioleta es una herramienta de IA a través de la cual la multinacional de belleza predice el potencial de reciclabilidad de componentes de envases y empaques de productos cosméticos.
Como es obvio, la gama para la estética corporal abarca un sinnúmero de productos como fragancias, maquillaje, productos para el cuidado personal, para tratamientos faciales, que por su naturaleza y fin deben usar distintos tipos de empaques.
Muchos de estos son susceptibles de ser reciclados. Sin embargo, el material no solo debe ser reciclable por el material en sí mismo, sino porque pueda cumplir condiciones que faciliten su separación, y pueda ingresar a un nueva cadena de valor y acabe en un nuevo producto. Y el punto de partida es el diseño. Es allí donde entra la IA que tiene la capacidad y el poder para conectar la multivariabilidad posible, y que además hace en tiempo récord.
Bioleta usa algoritmos para predecir los resultados de nuevos productos bajo las distintas combinaciones de variables y reciclar los productos: el uso de 103 componentes (entre etiquetas, tapas, cajas, entre otros), 73 materiales, 73 tipos de impresión, 34 tipos de acabado, 51 productos. Bioleta logra rápidamente 3 millones de combinaciones para medir el grado de reciclabilidad de productos como si ya estuvieran acabados: cerca de 11.000 listos para entrar en distintas rutas de economía circular.
Beneficios para el campo y la biodiversidad
De todo el campesinado colombiano, 8 de cada 10 son pequeños agricultores. Y un chatbot es hoy herramienta clave para hacer de sus labores unas actividades más rentables.
Se trata de ‘don Tulio’, que le habla de tú a tú a los campesinos sobre la variabilidades climáticas, los precios de sus cosechas, los costos de sus insumos, entre otros temas de relevancia en el día a día en el campo. Y lo tienen al alcance al mano: su WhatsApp.
Así mismo, la IA está brindando capacidades extraordinarias a científicos, especialmente a biólogos, que realizan estudios en la Amazonía. Y es que la gran cantidad de información que se genera en la selva, y que sirva para tomar decisiones, es difícilmente procesable y reunida con eficacia por los seres humanos, pero muy eficiente por los sistemas computacionales. No obstante, es una herramienta que necesitan las anotaciones técnicas de los científicos, por lo que las capacidades de estos últimos se están elevando a pasos agigantados. Súper biólogos gracias a la AI.
El algoritmo toma miles de horas de grabación e imágenes y detecta lo clave para facilitar el trabajo de los biólogos. Según el administrador de empresas del CESA y director de Transformación Digital de Microsoft para Suramérica, Guillermo Ocampo, el proyecto Guacamaya de IA, le ahorra un 90% del tiempo a los científicos en sus labores.
La cámaras trampa que recogen la información les indican aspectos como especie, si es macho o hembra, si evidencia comportamientos extraños asociados a alguna recaída en la salud, y muchísima más información con la que estos profesionales se desenvuelven para tomar decisiones.
Y otro capítulo similar es lo que se está logrando con sistemas de acústica de este tipo de tecnología: desde recoger información del tipo de aves -y otras especies- con base en sus cantos, hasta el ruido de las máquinas detrás de la deforestación.
Equipos de cómputo, apoyados por satélites, ayudan con imágenes que detectan actividades de deforestación.
Varios de estos satélites toman imágenes históricas. Algún satélite, de un tiempo a otro, puede tener ligeros desplazamientos, y cambiar el ángulo de la toma sobre el país. Sin embargo, cuando se traslapan imágenes actuales y las históricas para analizar condiciones de terreno, en el caso de la deforestación, hay dificultades que solo son subsanables con los algoritmos de la IA, que corrige estas visuales.
A través de la IA se acelera el proceso y se mejoran los resultados, mostrando la dinámica de la deforestación, sus puntos neurálgicos, lo que ayuda a las autoridades responsables a actuar de manera pronta y efectiva.