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Inteligencia emocional: clave cultivarla en etapas tempranas

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04 Jun 2021

En uno de los informes sobre las habilidades deseadas en los miembros de los equipos de trabajo para las organizaciones, de la consultora Michael Page, se destacaba la necesidad de un equilibrio entre las destrezas técnicas o habilidades duras, y las actitudinales o socioemocionales, también conocidas como habilidades blandas.

Inteligencia emocional en el trabajo

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6 de cada 10 tomadores de decisiones (59.7 %), de los 3.000 encuestados de compañías (de múltiples sectores y tamaños) establecidas en seis países latinoamericanos, entre estos Colombia, convergían en que era precisamente la falta de habilidades blandas la razón por la cual no logran cubrir sus vacantes.

Y una de ellas, la inteligencia emocional, sobresalió sobre las demás. En efecto, al indagar sobre las habilidades blandas más importantes para el escenario de pospandemia, esta ocupó el primer lugar en cuatro de los seis países: Brasil, México, Perú y Colombia. Los otros dos son Argentina (resolución de conflictos) y Chile (trabajo en equipo).

En términos generales, las habilidades socioemocionales y actitudinales ayudan a la conexión, hecho que facilita la acción y los resultados. Las metas que espera toda organización.

No obstante, a la hora de la toma de decisiones, escenario natural de los líderes de empresa y sobre los que recae la indagación de consecución o no de resultados, esta requiere un alto componente de inteligencia emocional.

La emoción determina la acción

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Según el psiquiatra y docente del CESA José Daniel Puche, en contextos organizacionales y de toma de decisiones, cada vez más mediadas por la incertidumbre, se requiere tan solo un 15 % de coeficiente intelectual, pero un 85 % de inteligencia emocional en el trabajo. Las emociones determinan la acción.

La respuesta puede estar en que desde niños “no nos enseñaron ni aprendimos a reconocer nuestras emociones”.

Así lo conceptúa la comunicadora social Alejandra Parra, quien destaca identificar y reconocerlas desde etapas tempranas como una matriz para la inteligencia emocional.

Ella y su hermana, la economista Tatiana Parra -ambas con posgrados en marketing del CESA-, se valen del JappyMIND, que ausculta en la parte emocional de cada persona, para desarrollar su máximo potencial; una mente extraordinaria.

Respiración para la inteligencia emocional

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El happyMIND es un método, basado en la meditación y en saber respirar, que permite a las personas ser conscientes de sus emociones, sus pensamientos y la habilidad de conseguir que todo fluya dando paso a saber tomar control de sus propias vidas.

El problema es que “perdimos de vista ponerles título a las emociones. Nos falta leer nuestros propios silencios para entender lo que está pasando a nuestro alrededor”, dice Alejandra. Y agrega que cuando hay tiempo de soledad, preferimos resguardarnos en la autocomplacencia de nuestros teléfonos celular en vez de buscar en el interior de nosotros mismos.

Cuando se es capaz de ponerle título a las emociones se es consciente del estado en el que se está; y se puede cultivar la capacidad o aprender a identificarlas y gestionarlas desde la niñez.

Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, sostiene que prácticas como la meditación y los ejercicios de respiración y de silencio, “brindan oportunidades para identificar realmente qué sentimos, por qué lo estamos sintiendo y cómo despojarnos de ello”, cita la comunicadora.

Los ‘NO’ y las frustraciones como parte de un proceso

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Si se les enseña a los niños que las emociones simplemente están en cada persona, que no son buenas ni malas, sino que simplemente son, hay mayores probabilidades de que en su adultez puedan sobrellevar la frustración.

Se armarán de “herramientas para que el día de mañana, cuando deban enfrentar una crisis y decidir, en su empresa o en cualquier otro contexto, sepan identificar qué la produjo y cómo pueden salir de ella de manera efectiva”, explica Alejandra Parra.

Y añade que es la manera para que sepan que cuando hay un ‘¡no!’ en el camino, no es un impedimento sino un proceso más de aprendizaje para avanzar.

En el JappyMIND, cada paso está concebido desde lo más básico. Desde aprender a respirar, “porque no sabemos respirar”, hasta, por medio de una serie de ejercicios puntuales, gestionar y regular los pensamientos, y tener mucho más control de todo aquello que pasa alrededor.

Entendiéndose este, no como el poder de controlarlo todo, sino el de tener la consciencia de saber justamente que existen externalidades que inciden en los pensamientos, palabras y acciones. «Esa es la forma de desarrollar esa mente extraordinaria”, concluye.