Las juntas directivas ya no pueden seguir siendo un club de caballeros
Aunque desde hace tiempo parecen bastante claras las ventajas de poseer organizaciones diversas, y en las salas de juntas directivas esto no es la excepción, las formas de hacerlo también empiezan a mostrar complejidades.
La necesidad de tener un número de mujeres en las juntas que conformen una ‘masa crítica’, concepto proveniente de la física según el cual una determinada cantidad de neutrones es capaz de romper núcleos que liberan más neutrones, propiciando ciclos de energía una y otra vez (reacción en cadena), derivó en la concepción del 30%. Visto desde el ámbito organizacional, una tercera parte como mínimo de mujeres en los órganos de gobierno logran esa energía, y es la indispensable para desencadenar cambios positivos y multiplicadores (reacciones en cadena), y promover culturas corporativas inclusivas con decisiones ecuánimes y representativas.
Esa tarea, que sigue pendiente en todo el mundo, y que para Colombia está en un 22,3 %, por encima del promedio de la región (19,7%), sigue reflejando obstáculos estructurales, y parece reflejar algunos otros derivados de la misma dinámica sobre la forma como se quiere llegar al objetivo y que no se pueden descuidar.
Así se desprendió de algunas reflexiones hechas durante un conversatorio llevado a cabo durante la instalación de las promociones 14 y 15 del Programa de Liderazgo de Mujeres en Juntas Directivas, el más reconocido espacio académico en el país en liderazgo y gobierno corporativo, y que ya es referente en América Latina.
Ante 109 mujeres de empresas de diversas organizaciones e industrias, que se inician en esta formación, los codirectores del Centro de Estudios de Gobierno Corporativo del CESA (CEGC), María Andrea Trujillo y Alexander Guzmán Vásquez, discutieron sobre esos retos junto con Nicolás Uribe Rueda, exdirector de la Cámara de Comercio de Bogotá y hoy alfabetizador empresarial en Inteligencia Artificial, y Marcela Giraldo, presidenta de Colfondos.
Acelerar la experiencia
Una de las conclusiones es que es urgente acelerar la experiencia de las mujeres en juntas directivas. El hecho no es nuevo, y sin embargo sigue desatendido.
De entre las claves que algunos expertos han resaltado para llegar a las juntas, el networking es una alternativa importante. Recomendar, como una forma de alcanzar algunas esferas importantes donde no hay visibilidad. No obstante, esto difícilmente se da si el entorno, como sigue ocurriendo en las juntas directivas, continúa masculinizado.
La lógica es la misma: si alguien llega y lo hace bien, lo normal es que sea recomendado para una integrar una junta. Sigue adquiriendo experiencia, luego es recomendado una y otra vez, creciendo paulatinamente. Pero muy a pesar de sus capacidades, las mujeres siguen alejadas de esa posibilidad.
¿Como poder llegar a una u otra junta, si no hay recomendación porque la experiencia está ausente? Es un asunto no solo de ser sino también de parecer, porque efectivamente ayuda.
Nicolás Uribe lo ilustró. “Si no hay mujeres en un panel, por ejemplo, las mujeres que están en la audiencia son espectadoras que van a pensar que no pueden estar en un panel. Las mujeres deben ser visibles alrededor de lo que eso implica dentro de la transformación”, explicó.
Sin embargo, el sistema sigue perpetuando las resistencia y, en concepto de Giraldo, las juntas aún se comportan como un club. Si sirve la figura de la recomendación para alcanzar una junta directiva, no lo es tanto si sigue siendo un círculo muy cerrado, integrado mayoritariamente por hombres.
Poder femenino para acercar al miedo masculino
Pero hay factores invisibles que podrían estar incidiendo en esas resistencias.
Para Nicolás Uribe, reconocer que la falta de diversidad y el exceso de masculinidad y el machismo son un problema que tiene que cambiar, no es un asunto fácil.
Sin embargo, poco es el favor que se hace a ese reconocimiento si un entorno femenino o diverso ampliamente familiarizado y conocedor de estos temas, y con liderazgo, asume posturas revanchistas, en vez de acercar a quienes se les dificulta estos temas -por temor u otras razones-, aún si creen firmemente que existe el problema, pero son desconocedores de varios de sus componentes.
En opinión de Nicolás Uribe Rueda, estas situaciones causan como efecto que los hombres, desconocedores del tema, se interesen menos porque no comienzan a entenderlo como una oportunidad de transformación de su manera de aproximarse a él. “Se recibe como una agresión que hace que muchos, en vez de abrir sus mentes para transformarse, se cierran para excluir el tema”.
Al hecho de que probablemente el statu quo continúe prolongando ese machismo, sería importante entender si fenómenos de este tipo explicarían la desaceleración de los avances en equidad en juntas, que el último año perdieron el ritmo que llevaba en años precedentes.
Lo cierto es que es imprescindible que el empoderamiento femenino llegue a todos los niveles, para garantizar que desde abajo cambie la cultura, y muy particularmente la del ámbito doméstico. Y allí es clave la conciencia masculina, con la interiorización de nuevas masculinidades, pues si no existe dicho involucramiento será imposible cambiar los estereotipos y roles que siguen atentando contra la equidad social y la inclusión. Proyecto H, que busca involucrar al más alto liderazgo masculino del país en DEI, es un buen paso que hay que afianzar.
En conclusión, si se quieren cambios auténticos, afirmó Uribe, de deben hacer esfuerzos por involucrar la mayor diversidad posible. Allí se va a hallar todo lo necesario para que dichas transformaciones salgan bien. “Cada día se necesita más de una multiplicidad porque el mundo es más complejo en términos de posicionamiento estratégico y reputación”, concluyó.